Por
Gabriel Boragina ©
Conforme vengo
notando en los últimos debates en los que he participado en los diversos y
numerosos grupos en los que me encuentro, existe como un reverdecimiento de las
teorías marxistas, incluso -y lo que más me sorprende- crecidamente entre
"profesionales" y no tanto entre los estudiantes.
Lo más preocupante
es, además de la pobreza argumental, el pésimo nivel que esos
"profesionales" poseen a la hora de pretender "objetar" al
capitalismo.
Hace poco, un
abogado, bastante sarcástico e irascible por cierto, me dijo con total
"seriedad" que el capitalismo es "insolidario". Pero más
ridículo que esta falsa "objeción" refutada ad nauseam por no
sólo los intelectuales más brillantes sino también por los menos, fue el
"ejemplo" que eligió. Textualmente dijo que el capitalismo *prohíbe
regalar zapatos*.
Hace tiempo que
vengo leyendo y escuchando criticas grotescas al capitalismo, pero confieso que
la de ese sujeto me pareció batir todos los records de idiotez calificada, y
digo *calificada* porque quien pronunció semejante disparate es un
"profesional" (abogado) y no un estudiante, y menos aun un completo
inculto.
Por supuesto que
sabemos que el capitalismo no *prohíbe* la solidaridad, lo que por otra parte,
sería imposible, dado que el capitalismo no es un sistema de gobierno y,
que como tal, no posee fuerza legal como para *prohibirle* nada a nadie. Desde
el punto de vista filosófico y económico, el capitalismo no es *insolidario* y
menos aun *anti-solidario*.
Ludwig von Mises,
dijo de él que era un sistema de producción en masa para las masas. De
donde se deriva que su finalidad no es "prohibir" (que por lo demás,
no puede, ni podría hacerlo) sino permitir esa producción en masa
para las masas.
Pero no hace falta
llegar a "las masas" para ser un capitalista. Por ejemplo, el
sencillo taxista de barrio, que luego de ahorrar con mucho sacrificio lo
suficiente, finalmente puede comprarse un automóvil con el objeto de trabajarlo
como taxi, es un capitalista, un típico capitalista, que encuadra
a la perfección en la definición de tal. Ya que el taxímetro es -en su caso- un
*bien de capital*. Todo aquel que posea un bien de capital es un
capitalista. No hace falta ser ni millonario ni multimillonario
para ser capitalista. Es más, muchos ricos no son ni fueron capitalistas.
El ejemplo más práctico de esto último está representado por los ex
gobernantes, actuales gobernantes y futuros gobernantes, quienes -en su
mayoría- salen de los gobiernos al finalizar su mandato portando fortunas
formidables. Estos últimos -pese a sus riquezas- nada tienen que ver con
el capitalismo, ya que pasan por la función pública sin producir absolutamente
nada de nada. Al contrario, la mayoría de las veces, dejando estelas de pobreza
por los países que han tenido la desgracia de padecer sus gobiernos.
El
capitalismo es un sistema en el cual los bienes de producción son propiedad de
particulares. Y la finalidad de todo bien de capital es la de producir un bien
de consumo. Volviendo a nuestro amigo taxista, cumple las condiciones para ser
llamado capitalista.
Veamos:
1. Trabajó.
2. Ahorró lo ganado mediante su
trabajo.
3. Lo invirtió en adquirir propiedad
privada (comprarse un taxi, es decir, su bien de capital)
4. Usa su bien de capital y de su
propiedad privada (taxi) en producir bienes de consumo.
5. ¿Qué bienes de
consumo produce el taxi del taxista? Simple : cada vez que un pasajero sube a
su taxi está consumiendo un viaje (o muchos) que, desde el punto de vista del
pasajero, es su bien de consumo. En este caso, el bien de consumo
adquirido por el pasajero es el de transporte.
Es increíble que
esos marxistas de "las letras" con títulos universitarios, y que
-para peor- pretenden que se los hagan llamar "letrados", no puedan
entender que para poder regalar *un par de zapatos*, viajes en taxi, panes o de
lo que se desee regalar, previamente tiene que existir un zapatero, un taxista
o un panadero que los produzca. Zapatero que, como en el caso del
taxista anteriormente mencionado, también será un capitalista, de momento que
para la producción de zapatos requerirá como mínimo un taller (alquilado o
propio) y herramientas (martillos, clavos, cueros, gamuzas, pegamentos, mesas,
mostradores, banquetas, muebles, etc. Es decir, materia prima) o sea lo que en
economía se resume con la palabra herramientas que serán sus bienes
de capital con los podrá confeccionar sus zapatos. Calzado que no es para
él propio zapatero, sino para sus clientes, el que -una vez adquirido- podrán
usarlo ellos mismos, o regalarlo a quienes les plazca. ¿De dónde sacó el
energúmeno marxista del caso, que el capitalismo "prohíbe" la
solidaridad? Sólo de su deformada mente marxista pudo obtenerlo.
Comentando el Santo
Evangelio según San Mateo, dice el Dr. Mansueti:
"Luego de la parábola de los talentos, que es sobre buenas y malas
inversiones, viene la parte sobre solidaridad e insolidaridad, donde los versos
35 y 36 dicen: “tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” Las
implicaciones son claras: la solidaridad ha de seguir a la productividad. Sin
producción no hay riqueza, ¿de dónde va a salir el dinero para solidaridad?
`Por
otra parte, la caridad no es la única forma de ser solidarios. Un capitalista
que invierte produce muchos bienes y servicios para el mercado, y crea muchos
empleos. ¿No es solidario? Después de todo, los fabricantes de ropa y calzado,
¿no visten y calzan a los desnudos? Y los productores y vendedores de alimentos
¿no dan de comer a los hambrientos? Las cadenas hoteleras, ¿no dan alojamiento
a los viajeros?"[1]
Es decir: lo que
permite la solidaridad es precisamente el capitalismo. De donde se deriva que
sin capitalismo la solidaridad (ya sea particular o masiva) sería imposible.
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