"Fondo
Monetario Internacional. Agencia especializada de las Naciones Unidas creada en
1945 como parte de los acuerdos de Bretton Woods. Su principal propósito es
facilitar la expansión equilibrada del comercio internacional alentando la
estabilidad de las tasas de cambio y la cooperación internacional en materia
monetaria. El FMI, concretamente, otorga préstamos de corto plazo para
equilibrar la balanza de pagos de los países miembros, busca la eliminación de
barreras comerciales y auspicia la convertibilidad de las monedas a tasas
estables.
`Desde el
principio de los años sesenta sus miembros, que llegan al centenar, tienen
una cuota expresada en dólares americanos que determina su poder de voto y
sus derechos como prestatarios y como prestamistas. El Fondo actúa como
banquero entre sus miembros, prestándoles las divisas que necesitan: el
prestatario las compra con su propia moneda, comprometiéndose a utilizarlas
para reducir sus déficits comerciales. En los últimos años el FMI ha
cooperado en la renegociación de la gran deuda externa contraída por muchos
países en desarrollo, otorgando préstamos a largo plazo y facilitando fondos
para la recompra de la deuda por parte de esos países."[1]
Este
organismo estatal funciona a la manera de un gran banco central. Es decir, su
objetivo real (y el que en los hechos ha venido cumpliendo) consiste en
monopolizar la moneda. Los "miembros" de este "banco mundial
de bancos" como se lo ha llamado, son gobiernos y no empresas ni
particulares. Por lo que se opone tanto al liberalismo como al capitalismo,
en tanto estos últimos postulan una moneda libre del control estatal y
político.
"Las
burocracias internacionales como el FMI y el Banco Mundial financian o ayudan
a financiar alegremente a los gobiernos más corruptos del planeta. En
realidad la deuda pública significa la inmoralidad de comprometer
coactivamente los patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han
participado en la elección de los gobiernos que contrajeron la deuda."[2]
Los
préstamos que el FMI otorga a los gobiernos del mundo no son, desde luego,
financiados con dinero de los burócratas que dirigen y controlan al FMI, y
los pagos y cancelaciones que los prestamistas hagan de los mismos tampoco
son abonados con dinero proveniente del patrimonio personal de gobernantes y
su séquito de burócratas. Todo el movimiento financiero entre el FMI y los
gobiernos recipiendarios se hace siempre -y desde 1945- a costa del
patrimonio de los habitantes de los países cuyos gobiernos despilfarran sus
recursos de esa manera, complicando, como se expresa antes, a varias
generaciones posteriores que no intervinieron en las decisiones de terceros
ajenos a ellos que, finalmente, los terminarán perjudicando.
Vemos los
efectos de la actuación real del FMI:
"Cuando
Ferdinand Marcos fue derrocado, dejó a Filipinas con una deuda externa de
26.000 millones de dólares, en gran parte con el Banco Mundial. Una
investigación posterior descubrió que, por lo menos 10.000 millones de éstos
habían sido “desviados” a cuentas bancarias en Suiza, de las cuales
prácticamente nada se recuperó. En 1981, el FMI transfirió 22 millones de
dólares al Tesoro de Haití. Luego descubrieron que habían sido retirados por
el presidente Duvalier para su uso personal."[3]
Naturalmente,
los casos mencionados arriba se multiplican a lo largo y a lo ancho del mundo
entero desde la misma creación del FMI, máxima expresión -a mi juicio- del
socialismo e izquierdismo monetario más absoluto. Cabe señalar que, en los
hechos citados arriba, esos "préstamos" estaban destinados
supuestamente a mejorar las condiciones de vida de los filipinos y haitianos.
Las únicas vidas que efectivamente mejoraron -como observamos- fueron las de
F. Marcos y Duvalier. Pero –insistamos- que estos resultados son los que a
diario también se suceden en los demás países desde la misma creación del
FMI.
El
Fondo Monetario Internacional ocasiona conflictos sociales de gran envergadura,
lo que es contrario a un orden liberal/capitalista:
"Si los
alimentos se encarecen mensualmente en un 2%, será muy improbable que estalle
una rebelión. Significa que en 12 meses el aumento asciende a más del 26%.
Pero si el aumento se diera de una sola vez, no se podría imponer sin
protestas ni disturbios.
Ejemplo: muchos
países, como Túnez, Indonesia y Tailandia, tuvieron experiencias con el
aumento radical de los precios de los alimentos básicos por presión del FMI o
del Banco Mundial; una estrategia de pequeños pasos hubiera podido evitar los
disturbios y las luchas."[4]
Debe
recordarse que en un sistema liberal-capitalista (o capitalista-liberal, que
es lo mismo, al fin de cuentas) el precio de los alimentos (o de cualquier
otro bien o servicio) no sube, sino que tiende a permanecer en su nivel, e
inclusive a bajar, por efecto de la mayor oferta que –a su turno- es el
necesario resultado de la libre competencia entre los productores del bien en
cuestión.
"No se
pueden exagerar los efectos del imperialismo occidental, real o supuesto, en
el surgimiento del fundamentalismo. En muchos países del Tercer Mundo, el
comercio internacional y el sector secular del intercambio de conocimientos,
la transferencia de tecnologías, la industria moderna y la actuación del FMI
y del Banco Mundial aparecen como acciones explotadoras, colonialistas de las
potencias occidentales."[5]
El
FMI representa, en efecto, un verdadero fundamentalismo de orden monetario,
de explotación monetaria y crediticia, que el partidario de una sociedad
libre o abierta combate enérgicamente.
El
Fondo Monetario Internacional es instrumento de corrupción:
"Aparentemente
hay un alto riesgo de corrupción... Tal es el caso, por ejemplo,...cuando
aportadores internacionales de fondos (FMI, Banco Mundial, UE, etc.) inician
grandes proyectos de desarrollo"[6]
Es
por eso que ilustres liberales y excelentes pensadores pro-capitalistas han
postulado el cierre definitivo de estos organismos estatales internacionales.
[1] Carlos Sabino, Diccionario de
Economía y Finanzas, Ed. Panapo, Caracas. Venezuela, 1991. Voz
respectiva.
[2] Alberto Benegas Lynch (h) EL LLAMADO “PENSAMIENTO
ÚNICO” pág. 2
[3] Alberto Benegas
Lynch (h) – Martin Krause. En defensa de los más necesitados.
Editorial Atlántida. Buenos Aires, pág. 335
[4] Schröder, Peter. Estrategias políticas. ISBN
0-8270-4733-9. pág. 115
[5] Schröder, Peter. Estrategias ...ob. cit. pág. 293
[6] Schröder, Peter. Estrategias ...ob. cit. Pág. 300
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